La instalación de azulejos se realiza en varios pasos para garantizar un acabado duradero y estético. Primero, se prepara la superficie, asegurándose de que esté limpia, nivelada y libre de imperfecciones. Se aplica un adhesivo específico para azulejos y se colocan los azulejos de manera precisa, usando espaciadores para mantener las juntas uniformes. Tras el secado del adhesivo, se aplica la lechada para rellenar las juntas y sellarlas, lo que proporciona resistencia al agua y un acabado pulido. Finalmente, se limpia el exceso de lechada y se realiza una revisión para asegurar que todos los azulejos estén firmemente adheridos y alineados.