Hoy en día, múltiples aseguradoras exigen a sus clientes la realización periódica de estudios termográficos – esto, con la finalidad de cerciorarse de que existen condiciones operativas óptimas en sus plantas o edificios.

Ya que la termografía captura la radiación térmica emitida por un cuerpo – traduciendo esta a una imagen visible para el ojo humano – este estudio tiene múltiples ventajas sobre otras alternativas más invasivas, pues no se requiere efectuar libranzas o la interrupción de sus procesos productivos.

Con aplicaciones que van desde el ámbito industrial, pasando por el de la construcción, hasta el ramo alimentario, un Estudio Termográfico resulta invaluable para detectar problemas existentes o incipientes antes de que estos puedan ocasionar un problema grave. De entre los enfoques que puede adoptar este estudio destacan el mantenimiento predictivo a equipos industriales, la detección de fugas de fluidos a presión, la identificación de patologías existentes en edificios y la realización de auditorías en tema de eficiencia energética.